Cuando tu presentación (ni tus reuniones) no tienen objetivo
“¡Comencemos, conduce con precaución!” dice esa voz conocida de Waze.
Ruta definida, cinturón de seguridad puesto, Spotify de fondo. Eso sí, encomendada a ciegas de lo que este GPS pueda hacer —porque no conozco el lugar a dónde voy—.
De repente, empiezo a manejar por unas calles estrechas, con vecinos con caras de pocos amigos, observan mi cara de perdida y desconocida…empiezo a reclamarme a mí misma.
¿Por qué no seguí la calle principal?
¿Por qué le hice caso a Waze?
Temo que quedarme varada en ese barrio desconocido (porque al cerebro se le ocurre pensar en los peores escenarios en ese momento y el corazón palpita como tambor en el pecho).
Hasta que finalmente, las calles estrechas se acaban y retomo la ruta nacional, la más conocida y transitada.
Una sensación de alivio se genera en mi cuerpo, seguramente, dándole permiso al cortisol de que baje.
“¡Has llegado!”— Interrumpe Waze a Pearl Jam, quien me acompaña para calmar la ansiedad.
¿Te ha pasado y has sentido algo similar?
Quizás ahorita me digás que sí, que te ha pasado cuando manejaste en algún lugar o ibas de acompañante.
Resulta que esta anécdota no es para darte clases de manejo ni entender las direcciones de Costa Rica.
Esta anécdota es una analogía de uno de los mayores errores que podés cometer cuando hablás en público: No tener objetivo claro.
Al igual que cuando vamos en Waze preguntándonos por dónde nos lleva, lo mismo sucede con tu audiencia si falta un objetivo en tu presentación ante clientes o empresa.
Te explico más:
#1: Una presentación sin objetivo es tiempo perdido.
No cuestionarte ¿cuál es el objetivo? es como caer en las rutas estrechas de Waze que aceleran tu ansiedad, porque te sentirás sin dirección, sin claridad de a dónde vas a parar.
Muy probablemente, abarcarás demasiada información y tu mensaje será muy superficial que no despertará interés. Tu audiencia lo notará y su atención bajará.
Tu ego te hará creer que la culpa es tuya porque no tenés la facilidad para hablar en público—cuando en el fondo sí la tenés— nada más que no hay claridad de por qué y para qué estás presentando.
Por ello, es fundamental que te preguntés eso o le consultés a quien te asigna la presentación (e incluso, para reuniones): ¿Para qué es esto? ¿Qué queremos lograr?
De ahí viene la segunda moraleja:
#2: Con frecuencia, el tema y el objetivo NO son lo mismo
Notá la diferencia:
El tema
→Estudio de mercado de tarifas de papelerías y librerías vs Dunder Miffflin
El objetivo
→Evidenciar si Dunder Mifflin tiene mejores precios que la competencia
¿Cuántas veces armás la presentación pensando solo en el tema y desaprovechás la estrategia de fondo implícita en el objetivo?
Es el mismo efecto de tomar dos rutas distintas para llegar a un punto; no obstante, si la ruta es menos precisa, perderás más tiempo, te desgastarás más vos y a la audiencia porque les costará aterrizar al objetivo final. Es decir: ganan terreno la ansiedad y el estrés no deseados.
#3: El objetivo se robustece al conocer a tu audiencia.
No es lo mismo que Michael Scott, Dwight Schrute y Jim Halpert hubiesen tenido que presentar este tema ante corporativo versus que a sus propios compañeros de The Office.
En este caso, corporativo es una audiencia más exigente, conoce el tema, tiene menos tiempo y es tomadora de decisión.
Tu Waze no te llevará por rutas innecesarias como darles demasiado contexto y antecedentes del estudio, porque lo que les urge saber a ellos es ¿cómo están los precios de la empresa versus la competencia y qué decisiones tomarán a partir de ello?
Es decir, ante audiencias así, desecharás mucha más información innecesaria y te enfocarás en lo noticioso y lo que les ayude a tomar acción. O en palabras de Waze, tomás la ruta más rápida.
#4: El objetivo despierta curiosidad, expectativa, y atención.
En vez de decirle a corporativo:
→“Hoy conoceremos los resultados del estudio de mercado de tarifas de papelerías y librerías vs Dunder Miffflin”
Captarás mucho más rápido la atención si, en cambio, decís:
→“Hoy les mostramos por qué Dunder Mifflin tiene mejores precios que la competencia”
¡Eso es noticia! (Y una buena noticia roba miradas, te lo dice mi experiencia como periodista.)
Así que…cierro con una moraleja extra (porque mi parte de coach lo pide)
¿Cuál es tu objetivo a nivel profesional cuando presentás?
Si en el fondo aspirás a que valoren tu trabajo y te consideren para futuros puestos, te digo: esta no es una presentación más, es una oportunidad más para ganar credibilidad y autoridad en lo que hacés, de manera que te acerque a esa próxima meta.