Las raíces: Una lección que tuve cuando era reportera de TV

Cuando era reportera de televisión aprendí muchas lecciones de vida.

Esta que te voy a contar toca varios flancos que, dentro de poco, te explicaré.

Resulta que ponerse de pie, frente a una cámara, un lente robótico-intimidante y pensar que, unas cuantas miles de personas iban a ver ese pase en vivo, podían acelerar las palpitaciones más de la cuenta.

Era un golpeteo contra el pecho como que me iba a tragar el corazón en medio de la premisa: hablar “natural” para que nadie detrás de la pantalla se percate.

Hasta que un día un camarógrafo, de muchos años en el gremio, me dijo: “Póngase de pie con las piernas como si fueran una letra “A”. Eso le dará estabilidad, como si sus pies tuvieran raíces en la tierra”.

En efecto, ¡funcionó! El pase en vivo salió y no me tragué el corazón.

Ayudó a que mi ansiedad bajara porque sentía que algo más me apoyaba, tenía un soporte del cual disminuía esa sensación de vulnerabilidad frente a la cámara o que el viento me llevaría como hoja en el aire. 

Casualmente, ayer, las raíces volvieron a aparecer de otra forma. En la app de meditación que escucho cada día, concluyó diciendo:

“Sé fuerte y 

entra en tu propio cuerpo; 

allí tienes un lugar seguro 

para tus pies” 

-Kabir

El poeta, músico, filósofo y santo de la India tenía mucha razón y me recordó a la sensación de las raíces en los pies.

Por eso, aquí vienen las moralejas que aplican para nuestra vida, trabajos, oratoria y formas de comunicarnos: 

#1. Las raíces no nacen de la noche a la mañana. 

Estamos en una sociedad en la que los resultados inmediatos se aplauden, se celebran, pero no medimos el costo que eso tiene a nivel de salud, mental, o familiar.

Si el proceso es más lento, nos cuestionamos si somos un fracaso, si nos falta algo, si somos menos.

¿Te pasa?

Pero, si vas a la feria del agricultor, mi amigo Alberto te va a decir que no se puede sacar antes una cosecha hasta su debido tiempo, porque de lo contrario, el producto no servirá, no ofrecerá la misma calidad y habrá perdido tiempo y dinero.

Y eso requiere paciencia y trabajo diario, tal como vos la tenés con una planta en tu propia casa.

Entonces, ¿qué podés hacer para tener más paciencia con tu propio proceso sin compararte a alguien más que dice que lo logró antes?

#2. ¡Tus raíces son únicas!

Esto va de la mano del pensamiento anterior y te pregunto: ¿qué te hace diferente?

¿Cómo honrás esa diferencia en tu vida y en tu trabajo?

Celebrar de dónde venís, lo que sos y lo que has logrado es un trabajo individual. Honrar ese “ADN” en todos los sentidos empodera, eleva nuestra autoestima y nos permite tener algo tan necesario como es la autocompasión.

Esas raíces únicas son las que te permiten no perderte entre el montón, son las que te permiten tener valentía cuando tu entorno no lo ofrece, son las que te dan dirección de hacia dónde realmente querés estar. 

Y, también, son las que te recuerdan de dónde venís cuando llegue ese día de haber logrado la gran meta.

#3. Las raíces son necesarias para la firmeza y estabilidad. 

Esta moraleja aplica para la vida y tu oratoria. 

¿Por qué? La letra A es un tip que suelo darle a mis clientes cuando hablamos de oratoria y lenguaje no verbal. 

Sentir esa estabilidad es clave para ganar seguridad cuando se habla frente a un grupo de personas.  Te ayuda a proyectar mejor la voz, tener una postura más erguida y te permite enfocarte en el mensaje y en la interacción con tus clientes y equipo.

Así que tomá nota de una vez porque funciona. Intentalo y me contás cómo te va la próxima vez que presentés en una reunión (si te toca estar de pie). 

#4. ¿Cuál es la raíz de todo?

Cierro con esta última reflexión que aplica a la convivencia en el trabajo, fuera de él y nuestra comunicación.

La próxima vez que un problema toque la puerta, preguntate: 

  • ¿Cuál es la raíz de todo? 

  • ¿Se debe a una creencia propia o de alguien más que te genera sufrimiento? 

  • ¿Es algo que está bajo tu control o fuera? 

  • ¿Es un tema de expectativas no alineadas -yo quiero algo- versus -esa persona o la empresa quieren algo distinto-?

  • ¿Cuáles son otras soluciones que podrían llevarnos a buen cauce?


Esto es solo una “pincelada”. Si te gustó este blog, imaginá todo lo que podemos desarrollar en las sesiones de coaching, donde trabajaremos de lleno en tu esencia y aquello que te frena de estar más cerca de tu próxima meta. 

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Fabiola Domínguez

Soy una humanista, entusiasta, empática y eterna amante del aprendizaje continuo para fomentar la autorrealización personal y profesional.

Por ello, como life coach con énfasis en autoconocimiento y mentora en comunicación, te ayudo a elevar tu desarrollo personal y profesional.

Estoy certificada internacionalmente en Life Coaching y Manager Coaching. Durante 15 años me dediqué como periodista y comunicadora corporativa.

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