El autoconocimiento y el reto de soltar capas ajenas
“Shrek: Para tu información, los ogros somos muy diferentes de lo que creen.
Burro: ¿Ejemplo?
Shrek: ¿Ejemplo? Los ogros son como cebollas.
Burro: ¿Apestan?
Shrek: ¡Sí! ¡No!
Burro: ¿Te hacen llorar?
Shrek: ¡No!
Burro: Ya sé, si los dejas al sol, ¿se ponen de color marrón y les salen pelitos blancos?
Shrek: ¡No! ¡Capas! ¡Las cebollas tienen capas! ¡Los ogros tenemos capas! ¡Las cebollas las tienen! ¿Entiendes? ¡Ambos tenemos capas!”
Shrek!, 2001
¿Te acordás de esta conversación entre el ogro Shrek y Burro? Aquella película del 2001 me trajo recuerdos 22 años después.
¿La razón? Este año una de las palabras que más he repetido es “capas”, tanto en sesiones 1:1, talleres, coaching grupal, pero más aún, a nivel personal.
Estoy a horas de darle una nueva vuelta al sol de mi natalicio y siempre me gusta reflexionar ¿qué es lo que más he aprendido en este año de vida que pasó?
(Si no solés hacer el ejercicio, te invito a hacerlo, porque te sorprenderás de las respuestas que guardás en tu interior).
Hoy me atrevo a compartirte mi mayor lección:
Sin autoconocimiento es como tener un Waze que te lleva a una calle sin salida.
¡Y qué frustrante es eso! ¿No? ¡Ni qué decir a nivel profesional!
¿A qué me refiero? Sin autoconocimiento no tenés dirección y la vida te va a llevar a distintas calles y zonas que, quizás, no son donde querías estar porque no tenías ni idea de qué rumbo tomar. (Como cuando caés en un trabajo que tu alma te dice hay que buscar otra dirección).
Autoconocerte es un trabajo de todos los días que te permite identificar las capas que has cargado a lo largo de tu existencia.
Al tomar conciencia de ello, tenés la llave de acceso para elegir cuántas y cuáles capas pueden caerse, dejarlas ir, porque ya cumplieron su rol o -quizás- realmente no te protegían, sino, que te impedían conectar con tu verdadero potencial y lo que te trae satisfacción.
Quizás son capas de alguien más: la familia, la sociedad, las redes sociales, amigos y cuanta fuente de información llega a nuestra mente.
Quizás son capas que creíamos que eran así hasta que llegó una pregunta que sacudió todas las bases de ese fundamento.
Quizás son capas que estaban más adentro y que realmente conectan con nuestras fortalezas en vez de enfocarte en las debilidades.
Quizás son capas que nos frenan de trabajar por los sueños porque otra capa externa impide acceder a ellos.
Todo eso ha sido parte de mi aprendizaje y más.
Sin pelos en la lengua te lo digo- el autoconocimiento puede doler, sacarte varias lágrimas, puede retraerte, llevarte al silencio por un tiempo porque tocará las fibras de tu ego; no obstante, después es como cuando terminaste el rompecabezas porque supiste a dónde iba la última pieza.
Y no quiere decir que con eso se acaba todo.
¡Para nada!
Es el inicio de ver ese rompecabezas con otra óptica porque tenés un panorama más amplio de tu realidad y te empodera a irte a comprar otro rompecabezas más porque viste que sos capaz, que tenés la habilidad y que, de alguna forma, encontrarás las soluciones para resolverlo. Lo mismo siento que pasa con la vida.
Eso sí, vendrá un compromiso clave con vos:
Autoconocerse implica apegarte a tus expectativas y soltar las ajenas, implica estar consciente de que sí y qué no querés ser.
Mi misión como coach no solo es potenciar tu comunicación, sino tu autoconocimiento porque sin él, los resultados no son iguales ni ajustados a tu propia realidad.
Por eso hoy te pregunto:
¿Cuál ha sido tu mayor lección de vida desde tu último cumpleaños?
¿Qué has hecho para poner en práctica esa moraleja?
¿Qué has soltado o estás anuente a dejar ir para acceder a tus capas internas?
¿Cómo te sentirías si tuvieras acceso a esa identidad más auténtica?
Cierro esta reflexión con una dosis de gratitud. Gracias por estar aquí, por leer mis reflexiones, por atreverte a cuestionar y trabajar en tu propio camino.
Y si me leés y hemos trabajado en equipo, gracias por darme esa oportunidad de conocer tus propias capas y atrevernos a soltar unas cuantas para que conectés con tu propio brillo.
Con cariño,
Fabiola.