10 formas para comunicarte en conversaciones vulnerables en el trabajo

formas para comunicarte en conversaciones vulnerables en el trabajo

“Para mí ser vulnerable es igual a ser débil”.

Una vez más se repite esa frase que he escuchado con cierta frecuencia en mis sesiones 1:1.

“¿Por qué?”-suelo preguntar.

La respuesta suele ser similar pese a que sean distintas personas.

“Porque es exponer tus emociones, sentimientos. Es quedar expuestos”.

Esas conversaciones y, lo que viví en pasados trabajos, me llevan a pensar en este escenario:

Si un extraterrestre llegara al planeta me imagino un recibimiento donde, en vez de colocarle un collar de flores a lo hawaino, recibe a cambio un escudo protector que dice “no exponga sus emociones”.

El pobre extraterrestre tendría que activar un dispositivo de silencio cada vez que opina y siente algo, para así protegerse de “¡el qué dirán!”

El extraterrestre sonríe, avanza su visita disimulando si le parece algo o no. Y así la mayoría de humanos le aplaude porque ha calzado socialmente.

Pero, pasa el tiempo…

El extraterrestre se siente débil, el caparazón le pesa cada vez más, le aprieta el pecho y siente que su voz suena quebradiza y frágil.

Se cuestiona qué pasaría si se atreviera a quitarse ese peso de encima y ver si alguien más opina como él.

Hasta que un día toma acción. Se quita el caparazón, se atreve a decir lo que siente.

“¡Alerta!”-le dice su sistema de AI- “no les va a gustar a algunos”.

“¡Me he callado por mucho tiempo! No aguanto más. No creo que nadie más en este planeta sienta lo mismo que yo, que piense lo mismo que yo”-contesta determinado el extraterrestre.

¿Te has sentido como el extraterrestre?

¿Has sentido el caparazón cuando vas al trabajo o incluso en ambientes con amigos y familia? 

Cargar con esa sensación de que te pesa algo en tu cuerpo, que callás tus ideas porque creés que no les va a gustar a los demás, reprimir en tu pecho una opinión diferente porque temés el conflicto y escuchar tu voz quebradiza porque te da miedo que te escuchen (o, incluso, escucharte decirlo en voz alta).

Cuán doloroso es. Creeme que te entiendo. Es sumamente frustrante.

Y después, irónicamente, donde sí suena durísimo como altoparlante de discoteca son todas esas ideas que se estancan en tu cabeza, pero se entremezclan con otra que retumba más fuerte y dice:

“¡No sos suficiente!”, “¡No podés!”, “¿Qué te creés?”, “¿Qué van a pensar de vos si te equivocás?”

Este martes 10 de octubre se conmemoró el día internacional de la salud mental. Por eso hoy escribo sobre este tema, específicamente respecto a a salud mental y el ambiente de trabajo.

Anunciar en la oficina que “tengo un resfrío” suele ser aprobado sin tanto problema, pero animarse a tener la vulnerabilidad de decir “no me siento bien emocionalmente” es todo un dilema y optamos por usar el caparazón. Es decir, hacernos los fuertes.

¿Te ha pasado?

Por eso rescato la vulnerabilidad. Me pregunto:

  • ¿Cuándo será el día en que no se vea como debilidad?

  • ¿Cuál será el día que tengamos un balance entre nuestro sistema laboral y la montaña rusa de emociones que vivimos silenciando?

  • ¿Qué pasaría con equipos de trabajo que se permiten comunicar cómo se sienten realmente?

  • ¿Y que nadie lo tome personal, si no, que todos trabajen en equipo para buscar soluciones que no se compensen solamente con estímulos en especie como un pizza party (aunque la pizza sea deliciosa)?

  • ¿Cuándo será el día que se aplauda con frecuencia que alguien tuvo la valentía de dar su perspectiva en una reunión, totalmente diferente, con asertividad, sin que le acribillen?

Comunicar las emociones no es fácil, menos cuando socialmente nos acostumbramos a invalidarlas y, por lo tanto, a invalidarnos como personas.

Aclaro que con estas preguntas no vengo a fomentar que matés la productividad laboral por reprocharte solo en emociones. Si no que haya un balance.

Para mí el día de la salud mental es un trabajo diario, tanto en lo individual como grupal. Y eso implica permitirnos tener conversaciones incómodas, vulnerables.

Por eso te comparto estas 10 formas en caso de que conversés con alguien de tu equipo un tema con alta carga emocional y no sepás cómo tener la asertividad necesaria:

  1. ¿Cómo te sentís ante esta situación?

  2. ¿Puedo ayudar de alguna forma?

  3. ¿Qué ayudaría a alivianar cómo te sentís y con esta situación específica?

  4. Te escucho.

  5. Contame más.

  6. Percibo que esto fue difícil para vos. 

  7. Comprendo que necesités un espacio. Estaré aquí para cuando deseés hablarlo.

  8. ¿Cuáles soluciones considerás que podrían ayudar en esta situación?

  9. ¿Deseás que aporte alguna solución o solo que te escuche?

  10. ¿Qué te ha funcionado antes? ¿Te gustaría que lo revisemos y veamos si podemos tener alguna luz para esta situación?

Como sé que una parte importante de mi comunidad trabaja en ambientes en inglés, te ahorro el trabajo y te dejo las frases en inglés también:

  1. How do you feel about this?

  2. Can I help you somehow?

  3. Is there anything that could help you to feel better in the meantime and for this specific situation?

  4. I hear you.

  5. Tell me more about it. 

  6. I feel this was difficult for you.

  7. I understand you need some space. I’ll be here whenever you feel ready to talk about it.

  8. Are there any solutions that could help you with this?

  9. Do you want me to offer solutions or just listen to you?

  10. What has worked before for you? Do you want us to check if that could give us some insights into this current situation?

La comunicación y la vulnerabilidad

En comunicación, la vulnerabilidad se puede analizar desde distintas perspectivas. Se siente en este tipo de conversaciones “incómodas”, pero también la notamos cuando hablamos en público. De ahí la glosofobia, es decir, el miedo a hablar en público. Si no lo atendemos, sin duda puede afectar nuestra salud mental, porque se disparan la ansiedad y niveles de estrés previo a cada presentación.

Va de la mano porque, como han dicho pasados clientes, “nos sentimos expuestos”. Expuestos de estar frente a los demás, de preocuparnos por su validación, creemos que nos están observando con ojos de lince para ver cuál error cometemos.

No obstante, si bien puede haber alguien con esa perspectiva, no todos lo sienten así. Están ahí para aprender, para aprender de un tema del cual vos tenés conocimiento.

Y, una forma fundamental para blindarte ante ello, es tener certeza de que preparaste un mensaje y una presentación digna de lo que tu audiencia necesita.

Si querés aprender a tener una técnica comprobada y que te facilite la vida para futuras presentaciones en tu ámbito profesional, sacale provecho a este taller online que se aproxima. Si tenés dudas, enviame un correo.

Que tu talento trascienda,

Fabiola.

Fabiola Domínguez

Soy una humanista, entusiasta, empática y eterna amante del aprendizaje continuo para fomentar la autorrealización personal y profesional.

Por ello, como life coach con énfasis en autoconocimiento y mentora en comunicación, te ayudo a elevar tu desarrollo personal y profesional.

Estoy certificada internacionalmente en Life Coaching y Manager Coaching. Durante 15 años me dediqué como periodista y comunicadora corporativa.

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