Lecciones de un reality de aventura para tu confianza y liderazgo profesional
¿Es posible lanzarse a 30 metros de altura y caer al mar solo por espíritu aventurero?
Sí.
¡Calma!
Mi adrenalina periodística no llega a tanto, pero, sí mi curiosidad de verlo por televisión.
Desde setiembre hasta este lunes, mi esposo y yo teníamos reservada, cada semana, la “primera fila” de la sala de TV para ver un reality que nos atrapó: “El Conquistador” de Televisión Española.
Resulta que es un reality inspirado en un formato del País Vasco.
Reúne a 33 personas a vivir al extremo su espíritu aventurero para que un solo ganador se lleve 100 mil euros, es decir, más de 56 millones de colones.
La moraleja de esta semana viene patrocinada por Miguel y Johanna, el primer y segundo lugar de esta edición.
¿Por qué?
Miguel no era la persona a la cual los capitanes o compañeros le pusieran la mirada como el más “fuerte”.
Había otros compañeros con más músculos, estatura, y experiencia en situaciones extremas como Loren, un profesional de trabajos verticales. Es decir, experto en las alturas.
Sin embargo, por ese alto desempeño y exposición, Loren se enfrentó a una seguidilla de duelos (o eliminatorias) donde perdió en una de ellas.
Sí, hasta Loren era uno de mis favoritos junto a Johanna, pero Miguel tenían una lección para todos.
Miguel se quedó sin su hermano gemelo, tras retirarse en otro duelo. Surgieron dimes y diretes de otros compañeros que le afectaron emocionalmente. Tenía días sin comer y el desgaste físico era notorio.
No obstante, ambos se convierten en uno de los 7 finalistas para la última prueba que daría acceso a los 100 mil euros.
Ellos son Johanna (de verde) y Miguel (de rojo a la par de ella) junto a los otros 5 finalistas. Foto de RTVE.
¿Por qué ganó Miguel si (como notarás en la foto) no era el más alto, el más musculoso o el que se jactaba ante cámaras de tener más fortaleza mental?
Porque precisamente tenía otras cualidades.
Es ágil, estudió competencias pasadas para conocer las pruebas a las cuales estaría expuesto, no era el más popular, pero sí recurrió a su fuerza mental para llegar a donde algunos diríamos “es demasiado riesgoso”.
De segundo lugar quedó Johanna, la única mujer finalista y con una actitud callada, tranquila, muy parecida a la de Miguel, pero, con una valentía asombrosa (por ejemplo, escaló un palo de cocos a 20 metros de altura).
Sus compañeras se despidieron con más rapidez y, por varias semanas, fue la única mujer en la competencia.
¿Qué tiene que ver todo con esto tu vida profesional?
Te lo resumo con estas 5 reflexiones:
1. ¿Cuántas veces te has dejado impresionar por alguien más en el trabajo y te olvidás de tu propio brillo?
Las apariencias engañan.
Es mejor admirar que envidiar. Es mejor celebrar las fortalezas ajenas sin olvidar las tuyas propias porque vos también tenés algo qué aportar en tu trabajo y entorno personal.
El dilema es si no lo demostrás: ¿cómo lo notarán en tu ámbito laboral y cómo le demostrarás a tu cuerpo y mente de lo que sos capaz?
Por ello, ¿qué pasaría si te animaras a sacar más ese brillo para incrementar tu autoconfianza y autoconcepto?
2. Si estás en un puesto de liderazgo, ¿cuántas veces has puesto al frente a tu “caballito de batalla” preferido/a y no has detectado otras habilidades que otros integrantes de tu equipo ofrecen?
Es fácil caer en la impresión de que quien habla más y se expone más es quien llevará al equipo y tu liderazgo al éxito.
Es una falacia.
Los nuevos liderazgos merecen darle una oportunidad a los perfiles introvertidos, explorar más su mundo y alimentar sus fortalezas, porque pueden mover la aguja del rendimiento considerablemente.
3. No ganaron los más fuertes, sino los más ágiles física y mentalmente. ¿Cuánto invertís en tu fortaleza mental?
Quizás creés que tu actitud introvertida o tu físico no te suman puntos para mostrar la credibilidad que deseás en tu trabajo. Pero, ¿tenés más fortaleza mental para conllevar los subes y bajas de la vida que otras personas?
¿Invertís tiempo y dinero en alimentar tu mente de forma positiva?
Creeme, eso puede llevarte a futuros escenarios y oportunidades laborales que aspirás o ni siquiera imaginás.
4. ¿Cuántas creencias cargás creyendo que es “imposible” y si, te atrevieras, descubrirías cuánta fortaleza y ganancia están al otro lado?
Revisá tu pasado.
¿Qué fue algo que creíste que era imposible de hacer y sí lo fue?
¿Qué te llevó a lograrlo?
Si fue posible antes, es posible para este nuevo (o viejo) sueño también.
La quinta reflexión es para las mujeres que me leen, inspirada en Johanna:
5. ¿Cuánto te impedís alcanzar por creer que, por ser la única mujer y estar en un entorno de hombres, no podrás lograrlo?
Soy de la creencia que, en vez de hacer una lucha de géneros, hagamos sinergias, trabajemos en entender ambos mundos y eso marcará una diferencia en los espacios de trabajo.
Lo digo por experiencia, mis 10 años de reporteo fueron rodeados de un ambiente sumamente masculino y la mejor convivencia fue cuando ambos mundos fuimos sinceros, humildes y vulnerables.
Eso sí, si hay que marcar límites para darte a respetar, hacelo. ¡Ese sí es un músculo a desarrollar y comunicar!
En lo personal, este año me ha dejado la gran lección de que el autoconocimiento puede ser doloroso y liberador a la vez, porque te permitís soltar creencias que te imposibilitaban de acercarte a nuevas metas o viejas.
Como coach, sabés que no solo te enseño a potenciar tus habilidades en comunicación, sino a fortalecer tu diálogo mental porque, de lo contrario, podés tener mil y un herramientas, pero si no pensás diferente, difícilmente esas herramientas tendrán su verdadero efecto.
Por ello, si querés potenciar esas capacidades, me encantará trabajar con vos en el programa de sesiones 1:1 y personalizadas, Tu Propia Fórmula. Para reservar tu espacio en enero, enviame un correo o WhatsApp.
¡Que tu talento trascienda!
Fabiola.