¿Tenés este “virus” laboral?
Lo que te voy a contar es una historia real:
-“No sé qué hacer”-me dijo.
“Llevo poco tiempo acá, pero no me gusta la actitud que tienen mis compañeros”-añadió.
-“¿A qué te referís?”- le pregunté.
-“A que hablan a espaldas de las personas y no se lo dicen en la cara. Creo que no les gusta su trabajo, solo lo hacen por el dinero y no tienen motivación”-respondió.
-“La actitud de ellos se me ha pegado y no me gusta, me he desanimado”-añadió.
-“¿Cómo un virus?”-consulté.
-“Exacto”.
¿Se te hace conocido ese “virus”?
Este es el caso de “Ariana”, una clienta en una sesión de coaching, quien con su autorización, lleva otro nombre por temas de confidencialidad.
Ariana no tenía mucho tiempo en su nuevo trabajo para darse cuenta de que el ambiente no era el más liviano ni saludable para ella ni sus aspiraciones profesionales.
Pese a eso, lo demás le gusta. Ha visto una oportunidad para desarrollar habilidades alineadas a sus metas profesionales de manera que lo que deseaba era tener herramientas para sentir más confianza y saber comunicarse efectiva y asertivamente en medio del “contagio” laboral.
Lo que hicimos con el “virus”, te lo contaré más adelante.
Previo a ello, revisemos unos síntomas para ver si lo tenés.
Notás actitudes que no te gustan.
Te callás muchas cosas.
Quisieras confrontar con más facilidad, pero no lo hacés.
Temés que te rechacen o traten distinto si evidenciás lo que no te parece.
Quisieras hacer otras actividades distintas a las de ellos, pero temés no calzar.
Te drenan la energía. Llegás con el cansancio nivel post-clase de Spinning con entrenador “militar”.
Tu actitud ha cambiado (y no necesariamente te gusta).
La lista podría continuar y tu día a día laboral podría seguir igual (pero, no creo que deseés eso).
Lo bueno es que puede cambiar. ¿Qué hacés cuando te sentís físicamente mal?
Pausás, buscás ayuda, y tomás algún medicamento para tu recuperación.
Lo mismo pasa con tu vida profesional.
Tu mejoría va de la mano de frenar y cuestionar:
¿Esto me gusta?
¿Hay algo que puedo hacer para sentirme mejor?
¿Quién me puede ayudar?
Y eso fue lo que trabajé con Ariana, quien, tras concluir su proceso, compartió su testimonio:
“Gracias al proceso con Fabi, pude adaptarme más fácilmente a un nuevo rol y equipo.
Sobretodo aprendí a aceptarme y a conectar con mis valores para decidir como proyectarme profesionalmente.
En este proceso, logré poner limites a usar mi hora de almuerzo como mejor me convenga, a no sentirme mal por no apuntarme a chismear, y a poder disfrutar del trabajo y este reto en mi vida.
Fue muy valioso conocer mujeres increíbles y aprender como manejaban ellas sus roles. Hacen que, de repente, ese estrés disminuya y aprendamos, entre todas, herramientas para disfrutar más nuestro trabajo y carrera”.
¿Qué fue parte de lo que hicimos para generar cambio?
Identificar qué le afectaba y por qué.
Detectó que había un conflicto entre la actitud de su equipo versus sus valores.
Revisamos cuáles creencias cargaba respecto a la necesidad de calzar en el trabajo.
Se llevó compromisos, es decir, tareas accionables para implementar en su trabajo. Por ejemplo, atreverse a comer por aparte si eso era lo que realmente deseaba porque recuperaba energía.
Descubrió que sus temores eran más grandes de lo que fue enfrentarlos y ponerlos a prueba.
Y, especialmente, se llevó una moraleja:
“Hay veces se requiere de alguien más valiente en el equipo para generar cambio y un ambiente de trabajo más saludable”.
Solemos llamarle “oveja negra”. Yo le digo: atreverte a promover un cambio para ambientes más humanos.
La experiencia de Ariana fue parte de las sesiones de coaching grupal The Growoman Sessions, un espacio que diseñé exclusivamente para mujeres profesionales que quieren comunicar muchas más ideas y opiniones, pero no desean caer en conflictos para no afectar su proyección profesional.
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