¿Te comparás con frecuencia en el trabajo?

Hay lecciones de vida que parecen caídas y golpes a lo Nacho Libre.

Hay lecciones que no basta con tropezarse una vez.

 

Seguís cayendo varias veces. 

 

Al punto que, el grano de la caída pasada, no termina de sanarse porque te golpeaste justo en el mismo punto.

 

De hecho, hay lecciones que te lesionan y te impiden avanzar más pronto hacia donde creías y querías llegar. 

Y una de esas dolorosas lecciones reiterativas nace de una maldición: la comparación.

 

(Salió en rima).

 

El lado positivo: No soy la única que se compara ni vos tampoco.

 

La evidencia científica nos lo comprueba.

 

“La comparación es el cruce entre el conformismo, por un lado, y la competencia, al otro extremo, que procuran calzar simultáneamente y sobresalir”.

 

Así lo explica la autora e investigadora. Brené Brown, en Atlas of the Heart.

 

También recuerda que la comparación te dice: "sé como todo mundo, pero mejor”.

 

Según los investigadores Jerry Suls, René Martin y Ladd Wheeler, “compararse con otros, sea intencionalmente o no, es un fenómeno social penetrante”. 

 

La comparación incide en:

  • Tu autoconcepto. 

  • Tus niveles de aspiración. 

  • Tu estado anímico.

  • Tu futuro. Partes significativas de tu vida se crean con base en la comparación.

Brené dice que la comparación mata la creatividad.

Yo le agrego: mata la intuición, la confianza y la autenticidad.

 

Te pongo un ejemplo. 

 

Resulta que una de mis mayores fortalezas es mi capacidad para investigar y cuestionar (si me conocés bien o has tenido procesos conmigo, ya lo sabrás). 

 

Cuando encuentro un tema que me interesa, lo devoro. Me sumerjo como buzo en alta mar. 

 

Peeero, toda fortaleza se puede convertir en debilidad.

 

Mi talón de Aquiles es: tanta investigación me lleva a cuestionar y a cuestionarme

 

Fácilmente puedo caer en la comparación y desconectarme de lo que soy y lo que estoy anuente a hacer.

 

Y eso me pasó con una de esas investigaciones.

 

Me topé con el mensaje reiterativo de muchos gurús de marketing seguros de que es necesario publicar fotos propias con un mensaje para tener mayor engagement.

 

Suena fácil. Pero, para quienes somos naturalmente introvertidos, no es tan sencillo publicar tanta foto nuestra. A veces, me atrevo; otras, me contengo.

Pero, cuando caigo en la comparación, fácilmente la mente me dice: “ves, te vas a quedar atrás”.

 

Ah, pero, la razón puede decir: ¿Atrás de quién o de qué? ¿Qué has logrado que te enorgullece?

 

Después, llegan las sesiones 1:1 y conversaciones con amistades y me doy cuenta que ellos también lo viven mucho.

 

Lo peor, por tener la mirada en otras personas, ¡no se dan cuenta del GRAN potencial que tienen! 

 

Afortunadamente, el coaching y la mentoría que llevamos les ayuda a quitarse esa venda. 

 

Pero, ¿si no la destapamos? Genera un sufrimiento su-ma-men-te desgastante y el mundo se pierde de conocer ese brillo único que cada quien tiene.

 

De hecho, días atrás, una amiga y yo nos estallamos de la risa de ¡cuán duro puede ser nuestro ego con el juego de la comparación! 

 

Porque, admitámoslo.

 

La comparación nos lleva a la envidia, los celos, y el resentimiento.

 

Te lleva a que tu mente diga algunas acribilladas como:

  • Te estás quedando atrás

  • No sos suficiente

  • No lo vas a lograr

  • Ellos son mejores

  • Ellos lo lograron más rápido

  • ¿Qué te creés?

 

Pero, el lado opuesto: genera admiración y alegría sincera por el éxito de alguien más. 

 

Desde mi propia experiencia, con varias lágrimas detrás, la comparación me ha enseñado que:

 

Entre más atención le presto, más lejos estoy de mi intuición y de lo que realmente me gusta y me sirve a mí. 

 

Hoy mi objetivo es invitarte a revisar:

 

  • ¿Cuántas veces te comparás y en qué temas? ¿Son en lo personal o lo profesional?

 

  • ¿Contra quién o qué te comparás?

 

  • ¿Cómo te sentís cuando eso sucede: te empequeñece o te engrandece?

 

  • ¿Qué le podrías responder a tu mente para cambiar ese patrón?

 

  • ¿Cómo serían tus días con menos comparación?

 

La comparación es un trabajo diario porque, en un mundo como este, nos sobran razones y estímulos informativos para morder el anzuelo y repetirnos una vez más “no sos suficiente”.

 

No es fácil. No. 

 

Tampoco es imposible. Date tu lugar. Dale lugar a tu intuición.

 

Direccioná tus fortalezas al camino que te ayudan a crecer y no a flagelarte.

 

Sos un ser humano ÚNICO. 

 

Recordalo cuantas veces sea necesario.

 

Un último detalle para que recordés e implementés: 

  1. Nuestro cerebro está diseñado para que nos comparemos.

  2. Cuando te visite la inevitable comparación, cuestioná: ¿cuánta energía quiero dedicarle a esto? ¿Quiero que me domine o sigo en mi camino?
     

Contame contestando este correo ¿cómo te has sentido con este tema, te identificás? Mi empatía estará con vos para amortiguar el golpe a la Nacho Libre. 

Fabiola Domínguez

Soy una humanista, entusiasta, empática y eterna amante del aprendizaje continuo para fomentar la autorrealización personal y profesional.

Por ello, como life coach con énfasis en autoconocimiento y mentora en comunicación, te ayudo a elevar tu desarrollo personal y profesional.

Estoy certificada internacionalmente en Life Coaching y Manager Coaching. Durante 15 años me dediqué como periodista y comunicadora corporativa.

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