Poner límites: Parte 3 de serie “Formas de comunicarte con tu equipo”
Ok, voy a admitir esto.
Una de las cosas que más disfruto es sentarme a comer y tener ese momento de desconexión del ajetreo diario.
No obstante, durante 15 años de carrera profesional en medios de comunicación y ámbito corporativo, mis almuerzos no fueron así.
En la época de reporteo, era en modo “tragado” es decir, comerse el almuerzo lo más rápido que podía porque el tiempo apremia y hay que salir a buscar nuevas noticias.
O incluso, calentar el almuerzo y comerlo en el carro mientras el camarógrafo manejaba a toda velocidad (la verdad es que era todo un arte comer así, para nada lo recomiendo).
Solamente en dos lugares de trabajo no sucedió así, porque el ritmo de reporteo era distinto. Y ahí, sí podía reírme, conectar de una forma humana con mis compañeros, camarógrafos y editores y recargar energías para la segunda parte de la jornada.
Pero, en la recta final de mi carrera como empleada, el patrón se repitió. No porque tenía que salir a reportear, si no, porque las consultas al WhatsApp o Teams llegaban a cada rato y porque “urgía”.
En la época de pandemia, cuando el mundo estaba confinado, mi esposo notó el comportamiento y me decía: “soltá el celular y comé tranquila”. ¡Ahh! Pero, mi sentido de responsabilidad me acribillaba diciendo: “¿qué van a pensar de mí si no respondo de una vez? No les puedo quedar mal”.
Por supuesto, tiempo después, la salud tocó la puerta tanto física como mentalmente. Y ahí fue cuando caí en cuenta de que yo NO les estaba quedando mal a mis compañeros ni jefa, si no, que era a mí misma y mi familia.
¿Qué estaba detrás de todo esto? La ausencia de poner límites y, más aún, comunicarlos.
Para mi sorpresa, en muchos procesos de coaching, percibo que el patrón se repite en la gran mayoría de mis clientes.
Por eso, en la tercera entrega de “formas de comunicarte con tu equipo”, hoy ahondaremos en 5 maneras cómo expresar los límites sin caer mal.
Veamos los siguientes cinco escenarios donde hay límites qué anunciar:
“En este momento no tengo la información ya que estoy fuera de mi horario laboral; no obstante, con gusto mañana le doy seguimiento y me pongo de nuevo en contacto”.
“En este momento estoy fuera de mi horario laboral. Comprenderá que solo atiendo temas de carácter urgente. De lo contrario, con gusto lo revisaremos mañana.”
“¿Es un tema de urgencia? De lo contrario, podemos revisarlo después, ya que ahorita estoy en (mi tiempo con mi familia/ almuerzo/ fuera del horario de oficina, etc).
“Estoy fuera en mi espacio de almuerzo/ familia/ vacaciones/ descanso. Al regresar con gusto lo vemos”.
“Debido a mis vacaciones, no estoy disponible. Le invito contactar a (persona asignada) y con gusto le dará seguimiento a su consulta”.
BONUS. ¡También se vale el comodín de no responder! Para ello es clave identificar cuándo callar y cuándo responder después
Como notarás, la clave es mantener la asertividad, es decir, honestidad y amabilidad. Pero, antes de eso, preguntate:
¿Cuáles son tus límites?
¿Qué entra como urgente?
¿Lo has hablado con tu equipo?
¿La rutina que tenés actualmente es consecuente con tus valores?